Queremos hablaros de un tema que nos preocupa muchos padres, ¿Cómo controlo la rabieta de mi hijo?
Lo primero que vamos a recalcar es que la rabieta es una parte normal en el desarrollo del niño, es una forma que tienen para expresar malestar y frustración cuando no consiguen algo que quieren o cuando están cansados, incómodos, tienen hambre…
Las rabietas suelen ser frecuentes cuando los niños aún no tienen desarrollado el lenguaje y se frustran al no poder expresar lo que sienten. Esa habilidad de controlar la frustración la irán adquiriendo con el tiempo.
Pueden manifestar llantos, gritos, patadas, golpes… por tanto, ¿qué podemos hacer esto? Cuando un niño ya ha entrado en la rabieta es imposible razonar, por lo que debemos dejar que se tranquilicen, consolarlos cuando lo necesiten y explicarles luego el porqué de lo que la haya desencadenado.
Tradicionalmente hemos empleado el castigo ante estas situaciones pero eso no siempre es la mejor solución para conseguir evitar que nuestro hijo repitas esas conductas.
Para tratar de evitar las rabietas podemos recurrir a una serie de ideas y es ahí donde entraría la importancia del refuerzo positivo; debemos elogiar y recompensar a los más pequeños con nuestra atención ante comportamientos positivos, pues estamos fomentando conductas importantes para su vida.
Dicha recompensa ante comportamientos positivos debe ser aplicada en un espacio breve de tiempo. Cuanto menor sea ese espacio de tiempo, mayor eficacia tendrá dicho refuerzo positivo.
Es importante ser claros y concretos con la recompensa que va a obtener para no propiciar un intento de negociación ni llegar a equívocos. Por ejemplo «Podrás ver la tv 20 minutos después de cenar».
También, es importante que les otorguemos el control sobre ciertas cosas, el poder de decidir ante situaciones que para nosotros no son importantes pero para ellos sí. Por ejemplo, podemos darle a elegir qué ropa ponerse, qué actividad quiere realizar, si quiere tomar una fruta u otra…
Además, nosotros somos los que mejor conocemos a nuestros hijos, por lo que tendríamos que saber detectar momentos en los que sabemos que están cansados, por ejemplo, para poder evitar así la rabieta.
Debemos también anticiparles los cambios de rutina o actividad para tratar de evitar rabietas. Se trata de avisarles que después del juego llega la hora del baño, por ejemplo, e ir recordándoles el tiempo que le queda de juego.
Como siempre, todo esto lo haremos con mucho cariño, amor y paciencia hacia ellos, entendiendo que es parte de su desarrollo y que tenemos que estar ahí guiándoles, eliminando de manera natural el castigo y sustituyéndolo por este refuerzo positivo que les proporcionará seguridad.
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