En septiembre nuestro hijo comenzó en la escuela con 16 meses. Los primeros días fueron duros… Durante su primera semana, lloraba muchísimo cuando le dejábamos. Al recogerle, solo quería estar en brazos y no había manera de despegarle de su madre. En la escuela casi no dormía la siesta, por la noche no quería dormirse y, además, se despertaba mucho por las noches; así que, al periodo de adaptación, se sumaba el cansancio.
Pero el tiempo fue pasando y las rutinas consolidándose. Desde la tercera semana ya casi no lloraba y había recuperado sus ritmos de sueño habituales. También comenzó a participar en las actividades de la guarde y a sonreír, así como a interactuar con profes y compañeros. Al mes ya está tan adaptado como feliz: se queda contento por la mañanas, juega y ríe, se pone contento al hablarle de la escuela, en resumen: ¡parece otro!
En nuestra experiencia de padres de dos hijos (el mayor también en Nemomarlin Aravaca) hemos aprendido que cada niño tiene sus propios ritmos de adaptación, pero que, al final, todos lo hacen.
Cada mes de septiembre las profes, los padres y los niños nos enfrentamos al periodo de adaptación. Para nosotras, puede parecer que como cada año pasamos por este periodo, no hay nada nuevo, pero sin embargo todo es nuevo, cada niño, cada grupo, cada familia es diferente, por eso también es adaptación para nosotras.
Dependiendo del grupo de edad con el que estés, se vive y se trabaja de forma diferente. Los bebés muchas veces no son conscientes de los cambios que se dan en esos días y se adaptan más rápidamente, aquí son los papis los que más necesitan la adaptación.
Los más mayores a menudo ya han estado el curso anterior con nosotros, por lo que la vuelta al cole se basa en retomar las rutinas del curso pasado; y cuando llegan alumnos nuevos, la tranquilidad con la que el resto de compañeros se enfrenta a este periodo, les ayuda a ser uno más del grupo, en poco tiempo.
Quizá el de 1-2 sea el periodo de adaptación más complicado. Muchos de los peques se incorporan por primera vez a la escuela, todo es nuevo para ellos y las lágrimas de los compañeros se contagian. Para nosotras lo más importante es hacer sentir a los pequeños que están en un entorno seguro, donde pueden divertirse y experimentar siempre rodeados de cariño.
Lo más importante con cualquiera de las edades es que los papás confíen en la escuela y estén tranquilos, para así transmitírselo a sus hijos. Por todo esto, es tan importante que todos trabajemos durante este periodo, codo con codo, para que sea lo más corto posible y todos disfrutemos del día a día en la escuela.
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